La siguiente conversación entre un transeúnte y una taxista de taxi es muy común si estás en Lima:
El transeúnte | ¿Cuánto me cuesta hasta Miraflores? |
La taxista | Seis soles. |
El transeúnte | ¿Seis soles? Generalmente, me cuesta sólo cuatro. |
La taxista | Bueno, entonces cinco soles cincuenta. |
El transeúnte | Mejor sólo cinco. |
La taxista | Bueno. |
En Lima y Caracas no se usan taxímetros. Es necesario negociar el precio antes de subirse al taxi; si no, el taxista puede cobrar lo que quiera. En otras ciudades como Santiago de Chile o Buenos Aires, se usan taxímetros y por tanto, no es necesario negociar el precio.
Cuando va de compras, si es posible negociar, o regatear, depende mucho del tipo de tienda o lugar. Por ejemplo, en tiendas más grandes, especialmente cadenas como Zara o El Corte Inglés, o en supermercados, los precios son fijos y no se regatea. Por otro lado, si uno va de compras a los mercados al aire libre o a tiendas de pequeños propietarios, es muy común. En estos casos, ambos el dependiente y el cliente están preparados a negociar los precios. Generalmente, el cliente pide una rebaja o rebajita, y ¡así empieza el regateo!