La hora sagrada

 

Two youngs boys watching TV together

Foto: Kirk Strauser CC BY 2.0

Gabriela mira su reloj: faltan ocho minutos para las siete de la noche. Pone las palomitas en el microondas, sirve los refrescos y coloca los vasos en la charola. En la habitación contigua , Rodrigo, su esposo, echa un vistazo a la hora: faltan seis minutos para las siete de la noche. Apaga la computadora y busca su periódico, sale de la habitación con rumbo a la sala y prende el televisor. Marcela se asoma a la habitación de su hermano y le dice “ya es hora”. Pablo sale corriendo, los dos entran mientras pueden oír la familiar música de su programa preferido. Todos se sientan y acomodan, seis ojos miran atentamente al aparato, Rodrigo pretende leer el periódico, pero también espera con impaciencia el comienzo.

Los primeros minutos se presenta la última escena del episodio anterior: la protagonista se ha dado cuenta (tras meses de dudas y conflictos múltiples) de que está perdidamente enamorada y decide salir en busca de su amado, lleva tanta prisa que maneja muy distraídamente y sufre un accidente. Queda inconsciente. Luego de unos exámenes en el hospital local, el médico declara su estado como estable pero delicado.

Las telenovelas forman parte de la vida de las personas más de lo que ellas creen. Gracias a ellas, se crean palabras o expresiones nuevas que la gente usa por aquí y por allá. Sus estereotipados personajes pasan a formar parte de la cultura popular como es el caso de Pedro El Escamoso y Betty La Fea. Las telenovelas venezolanas, por ejemplo, tienen fama de dramones en los que los amantes se enamoran para más tarde darse cuenta de que son hermanos y de que su amor es imposible. Otro tema muy recurrente es el de las madres que tienen que abandonar a sus hijos y los encuentran luego de 30 años para luego abrazarse entre lágrimas de cocodrilo.

A telenovela actress cries on TV

Foto: Daniel Oines CC BY 2.0

Por su parte, las telenovelas mexicanas también son famosas por ser sufridas. El tema más popular es el ascenso social, en pocas palabras cómo la protagonista se las arregla para pasar de campesina pobre a sofisticada dama de la alta sociedad luego de casarse con algún rico heredero y de sortear infinidad de obstáculos puestos por la familia de él, por supuesto. Tanto en las telenovelas mexicanas como en las venezolanas hay estereotipos muy claros: el pobre bueno y el pobre malo; la chica inocente y la mujer seductora; el rico malo y el rico bueno; el novio celoso y la novia cornuda; el padre machista, la madre abnegada y la esposa infiel . También hay estereotipos respecto a las profesiones, los personajes son abogados, ingenieros, doctores o arquitectos. ¿Quién ha visto alguna vez un filósofo en una telenovela? ¡Nunca! Quizás un fotógrafo o una psicóloga, pero nada más.

Sin embargo, en los últimos tiempos, las telenovelas han sucumbido también a las exigencias de diferentes audiencias. Ahora no falta en ninguna el personaje gay; desafortunadamente muchas veces estos personajes todavía suelen ser presentados de una manera estereotipada, como en el rol de decorador o estilista para dar una nota cómica – aun así se considera el mero hecho de incluir identidades que históricamente han sido marginadas en la sociedad señal de una apertura. Por otra parte, hay telenovelas dirigidas a la familia que ocupan los horarios más tempranos de la noche y otras, más subidas de tono, que se dejan para horarios de adultos. Algunas tienen como público objetivo la audiencia mayoritariamente adolescente pues incluyen sólo a gente muy joven en los roles protagónicos.

Desde fines de los años cincuenta, las telenovelas mexicanas y venezolanas han estado presentes en los hogares. Inicialmente se dirigían sólo al público femenino. Desde comienzos de los años ochenta, las telenovelas brasileñas son un éxito, revolucionando el concepto de telenovela. En primer lugar, los personajes son más reales y menos estereotipados. No existe el malo verdaderamente diabólico ni el bueno angelical, son seres humanos con cualidades y defectos. En segundo lugar, los escenarios cambian de los rígidos sets a lugares públicos como playas y parques, dándole más naturalidad a los ambientes. Además, los diálogos y guiones usan un lenguaje más coloquial e informal que el usado por las telenovelas mexicanas o venezolanas. Finalmente, las brasileñas son más cortas que las anteriores: duran tres meses. La producción brasileña es pionera en este giro, la sigue la chilena, la colombiana, la argentina y hasta la mexicana.

On the set of a telenovela

Foto: Kevin Tostado CC BY 2.0

El episodio de hoy ha terminado. El protagonista, tras enterarse de que su amada ha sufrido un accidente, fue a su encuentro en el hospital. Él la miró y la llamó por su nombre, pero ¿qué ocurrió? ella lo miró con desconcierto . ¡Oh no! Es que el accidente le ha ocasionado una amnesia temporal… Rodrigo dice entre dientes que esto es la de nunca acabar… la familia comenta los posibles desenlaces , habrá que esperar al episodio de mañana…